"¿A quién quieres más?, ¿a mamá?, ¿a papá? Pues según para qué, ¿no? Con las ciudades pasa un poco lo mismo. Pero no del todo. Si pudiera elegir, viviría en Londres."
Historias, hay muchas, sobre todo para aquellos que aún continúan allí. Sin embargo, las historias que encierra la ciudad en sí son fabulosas y brillantes. Hay varias de ellas que me han llamado la atención, por no decir todas. Después de tantas tardes de lluvia y sol en Hyde Park, nunca llegué a saber que el lago The Serpentine es el único tramo no soterrado de un afluente del Támesis, el Westbourne. Y, aunque busqué locamente al Peter Pan, de J.M. Barrie, escondido entre una de las zonas más boscosas de los Kensington Gardens, su historia, alejada de la visión que Disney nos ha inculcado, cobra, en las páginas del periodista catalán, la relevancia que nunca se le ha llegado a dar. ¿Sabias que el Capitán Garfio estuvo inspirado en una persona real? Su nombre, sin embargo, nunca llegó a ser revelado dada su popularidad.
Historias de Londres hace un alto en el distinguido barrio de Notting Hill para explicar la tradición de sus carnavales. Una fiesta que, a pesar de celebrar el fin de las redecillas entre etnias, lo cierto es que hoy en día sigue siendo igual de violento que su origen. Todo turista, o residente en Kensington, habrá percibido la relevancia que el Rey Alberto tuvo en esta área de Londres, que incluso quiso convertirla en el centro de la ciudad. No lo consiguieron, ni él ni su amada Victoria, aunque lograron lavar su cara y convertirla en una de las zonas más distinguidas de la capital. Hoy en día está considerada como la pequeña Francia.
Enric no se olvida del metro de Londres, tan presente en cualquier vida londinense. Lo increíble resultó ser la otra historia de que existen otros túneles en la ciudad cuyo uso es muy distinto al del metro: el de correos, el Banco de Inglaterra y Harrods. Un auténtico misterio que incitan a la imaginación a construir nuevas historias de una realidad. Sin duda, su capítulo más espeso, el dedicado al centro de Londres, es el más interesante para comprender la sociedad actual londinense. Gracias a su posición como corresponsal de El País, Enric nos muestra lo que hay detrás de esas paredes góticas de bronce: toda una toma de decisiones consideradas como una “dictadura parlamentaria”, ya que el poder judicial, legislativo y ejecutivo van de la misma mano. Asimismo, nos descubre secretos de la Cámara de los Comunes, en donde ni la corona británica es bienvenida.
En la City se encuentra la base de la sociedad londinense, una de las partes más importantes de la economía inglesa. No es ningún secreto, incluso el IRA intentó desestabilizar dicha base. Una comunidad muy cerrada en la que las decisiones les corresponden sólo a unos pocos. Lo mismo pasa en St. James Street, y el Pall Mall, donde, antiguamente, las mujeres no tenían acceso a los clubs más exclusivos de la aristocracia inglesa. Aquí se encuentra el Reform, en donde Julio Verne hizo salir a Phileas Fogg a su vuelta al mundo en 80 días. Los clubs de los conservadores tampoco podían permitir la entrada a Margaret Thatcher, por lo que tuvieron que hacerla socia de honor. El Traveller, en cambio, tenía como condición indispensable a sus socios el haberse alejado, al menos, 500 millas de Londres. Pero basta de spoilers, para poder entender esto, así como la emigración de las principales cabeceras inglesas de Fleet Street, la importancia de Sherlock Holmes, Jack el Destripador, o incluso el por qué los ingleses tienen tanto interés y aprecio por su monarquía, entonces debes sumergirte en las páginas de Historias de Londres.
Enric González no cayó allí por casualidad, sino que ya amaba la ciudad incluso antes de conocerla. Y es que, quién podría resistirse a un encanto como el de Piccadilly y su Cupido, que causó más de un rompecabezas a su escultor, cuya idea original como monumento a Shaftesbury distó mucho del resultado y fue el centro de las críticas de los ciudadanos. Cierro el libro, la historia se ha acabado. Un enorme vacío me invade de tal manera que sólo hay una cura posible, volver. En Historias de Londres hasta la contraportada emociona, pues Enric González lo tiene muy claro: Barcelona, Madrid, Londres, Nueva York, París, Washington y Roma… Sin embargo, me seco las lágrimas y leo “Hubo otras ciudades después y otras pasiones, pero ningún amor es como el primero. Y ninguna ciudad es como Londres”. Sobran las conclusiones, incluso la opinión personal de la que, a estas alturas, nadie podría tener dudas.
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