Las viñetas muestran el día a día del autor, Guy Delisle, quien es desplazado hasta Pyongyang durante dos meses como supervisor de los dibujos animados europeos fabricados por los norcoreanos. Nada más aterrizar, Delisle se encuentra con que no estará solo, sino que no podrá moverse por la ciudad sin la sombra de su guía y traductor, dos figuras que utilizará para mostrarnos el horror de un régimen que desafía toda la lógica y de quienes intentará deshacerse en varias ocasiones.
La máxima autoridad del país es la gran figura de piedra de Kim il-sung al que, nada más aterrizar, está obligado a llevarle unas rosas que el propio guía le proporciona. Este es el único monumento iluminado durante la noche, ya que el resto de la ciudad carece de luz, vida y derechos. Un panorama desolador en donde Delisle nos arrastra hasta las principales atracciones turísticas, si es que la ciudad tiene algo de turismo, haciendo referencia, en muchas ocasiones, a la obra de George Owen, 1984, una de las pocas pertenencias con las que le dejan entrar en el país, además de algunos cds de reagge. Estamos ante un cómic de viajes donde los personajes, los ciudadanos que él va conociendo, han perdido su identidad y ven con buenos ojos su propia sumisión: sin música, literatura, ocio, y sin ningún conocimiento del exterior que no esté previamente manipulado por sus líderes.
El autor nos dibuja la crudeza de la repartición de comida, cómo trabajan los medios de comunicación del país, repitiendo constantemente documentales sobre el líder en vida, el transporte, etc. Durante el recorrido, además de sorprendernos con insólitas anécdotas, Delisle nos propone varios juegos para descubrir el perfil de un posible traidor del régimen. Por supuesto, de ser cierto serían fácilmente identificables, ya que todos, tanto personas como lugares, están marcados con la caricatura del antiguo dictador comunista o, en su defecto, de su hijo.
Sin duda una de las obras maestras de Guy Delisle, que logra dibujar la crudeza de un país, sus gentes y su vida otorgándole una gran dosis de ironía. Personalmente, uno de los mejores cómics de viajes.
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